Página 43 - FAD JULIO 2012

Versión de HTML Básico

43
F
A
D
Volumen VIII Nº 2
Junio 2012
En el número de junio del año pasado en
esta misma revista, cuando Rodríguez
Zapatero y sus secuaces arrasaban las arcas
públicas a golpe de ERE y subvención faraó-
nica, el que suscribe defendió la idea de la
sanidad universal como una expresión social
necesaria en el sistema económico capita-
lista. Tres revistas más tarde, con Mariano
y su circo de enanos apagando fuegos con
lanzallamas sigo defendiendo este concepto
tal y como lo hice antes: sin un sistema de
sanidad pública esto seria la ley de la selva,
a cuatro pasos de arrojar tullidos y ancianos
por el barranco más cercano. No está en mi
ánimo defender a ultranza los recortes que
don Cristóbal le atiza a los presupuestos
generales pero tampoco voy a pretender que
el sistema sanitario español no necesitaba de
una profunda reforma.
El sistema de sanidad español tal como
usted lo lleva conociendo desde los últimos
veinte años tenía los días contados desde
antes que Pepe Meliá se comprase su
primer pantalón de campana, principal-
mente porque en este mundo de
dog eat
dog
no hay más cera que la que arde y no
se puede hacer una tortilla española con
huevos europeos prestados. En los buenos
tiempos de patillones a lo Tom Jones la
calidad de la sanidad española dio un paso
de gigante cuando se inauguró el Insti-
tuto Nacional de Salud en 1978, el año en
que además se firmó la Constitución, José
Vélez se fue a Eurovisión a bailar un vals
(quedo séptimo por detrás del gabacho Joël
Prévost), el Real Madrid ganó la liga con
cuatro puntos de ventaja al Sporting de
Gijón y el país arrastraba una inflación del
20% que no mejoraría hasta los Pactos de
la Moncloa; era la época de Nadiuska, una
morenaza alemana que derretía el hielo
de los cubatas en
Mi marido no funciona
o
en
Suave cariño, muy suave
, películas prefe-
ridas por adolescentes cohibidos camu-
flados en la última fila del cine de barrio,
la que llamábamos en mi pueblo
la fila del
amor propio
. Por aquel entonces el sistema
de sanidad pública en España prometía
atención de calidad comparable a nuestros
vecinos anglosajones, la envidia de holan-
deses y alemanes, un sistema sanitario que
era más popular que una bicicleta en un
convento y que construía más hospitales
que Franco inauguró embalses. Aquellos
si eran tiempos, pardiez. A estas alturas
del guateque Pastora Soler le hace mucha
sombra a Pepe Vélez (espero que gane) y
el Madrid de Mourinho repite la proeza
de antaño de las huestes de Luis Molowny
pero el sistema sanitario público, el que
prometía asistencia sanitaria individua-
lizada a las familias españolas de antes
y ahora, tiene el futuro más negro que el
productor de
Salsa Rosa
en un cónclave del
Opus Dei. Por si fuera poco Nadiuska ya
no se despelota porque tiene sesenta tacos,
vive en Ciempozuelos y se encuentra al
cuidado de las Hermanas Hospitalarias
del Sagrado Corazón de Jesús. Sin coñas.
Alucina vecina, las vueltas que da la vida.
La gestión privada del capital público ya
es una realidad en la sanidad española,
lector de mis entretelas, una novedad para
algunos y una amarga píldora para otros.
En este país de crédulos y tunantes, donde
cualquier imbécil engominado con barba
de tres días llega por lo menos a subsecre-
tario de esto o de aquello a ritmo de
gin
tonic
, cocaína y putas de lujo nos corres-
ponde a nosotros, los que sabemos de Fisio-
terapia, decidir cómo queremos que salga
la profesión de este atolladero.
Porque si no lo hacemos nosotros nos la
meten doblada, con perdón, por donde
amargan los pepinos. Se hace necesario
que el fisioterapeuta, usted mismo bendito
lector, mantenga su intervención terapéu-
tica dentro de los parámetros de la
práctica
basada en la evidencia
porque de lo contrario
muy pronto ni la administración, ni el
seguro privado ni el paciente va a pagar a
usted un maravedí por lo que usted llama
tratamiento de calidad
. ¿Cree usted seria-
mente, amigo lector, que el sistema sani-
tario que sobreviva estos recortes de moto-
sierra se va a seguir pagando intervenciones
fisioterápicas que no tengan una sólida base
científica? ¿Hasta cuando cree usted que le
seguirán pagando por tratamientos que
son, en el mejor de los casos, cuestionables
y que no ofrecen una pauta progresiva de
mejora de la lesión en el historial clínico
del paciente? ¿Cuándo fue la última vez
que usted escribió un plan de tratamiento
para su paciente cada 10 sesiones o a los 30
días de su evaluación inicial, dependiendo
de lo que llegue antes? Por las patillas inco-
rruptas de San José Ángel González, santo
patrón de la maniobra del Tirón Genital
Milagroso, le apuesto las cervezas que van
con los bocatas de antes a que en menos de
diez años se encuentra usted redactando
planes de tratamiento, informes clínicos,
altas y bajas.
Tratar al paciente porque lo dice el médico
de familia, el rehabilitador o el Papa de
Roma es cosa del pasado amargo de la
Fisioterapia en España; y si no lo es todavía
debemos hacer lo posible para que lo sea
cuanto antes. En el futuro de los recortes
sanitarios le corresponde a usted, bendito
lector, establecer en España la necesidad
clínica de un tratamiento dictado, dirigido
y evaluado por el fisioterapeuta, Pata negra
y sin aditivos. Me atrevo además a sugerir
que le corresponde especialmente a usted,
f lamante doctor en Fisioterapia, capita-
near este esfuerzo para elevar la profesión
porque supongo que para algo es usted
doctor y no solo para calzarse el birrete.
Ha llegado la hora de que el fisioterapeuta
español sea considerado el especialista en
medicina músculo-esquelética, el referente
profesional indispensable cuando la lesión,
enfermedad o discapacidad indican a las
claras la necesidad de un tratamiento físico
basado en la evidencia. Cuando el urólogo
le siga dando tijeretazos a la próstata sin
preocuparse de la cartera, el ministro de
turno le de un descanso a la motosierra
y el fisioterapeuta tenga claro el camino
a seguir habrán recortes, tijeretazos o
motosierras que nos detengan. No será
un camino de rosas pero será, sin duda
alguna, nuestro propio camino.